Tercera Sesión,
28 de agosto de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
Caso 18. Testimonio
de la señora Juana Dionisia Pérez Cusi
Sofia Macher:
Llamamos a la, al último testimoniante,
a la señora Juana Dionisia Pérez Cusi, nos ponemos
de pie, por favor. Señora Juan Dionisia Pérez
Cusi, formula usted promesa solemne de que su declaración
la hace con honestidad y buena fe, y que por tanto expresará la
verdad en relación a lo que nos va a relatar.
Sí.
Gracias.
José Antunez:
Señora Juana bienvenida a este
lugar, estamos prontos a escuchar el testimonio que usted va
a dar sobre lo que le ha pasado, sírvase por favor comenzar.
Juana Pérez:
Señores Comisiones de la Verdad,
y señores todos presentes en general tengan muy buenas
tardes. Yo me llamo Juana Dionisia Pérez, vengo de Aymaraes
y voy a representar a nombre de mi hija, Sonia Cerón
Pérez que hemos sufrido un dolor de haber perdido a
su esposo de mi hija. Ocurrido el noventidos, dejando a sus
dos menores hijos, de un año de edad la mayor, el menor
de un mes de nacido.
El partió de la casa, el catorce de julio hacia la
ciudad de Ica, llevando sus ganados de su mamá, nueve
y de él, nueve. Que iba a financiar para Ica, los cuales
nosotros quedamos en la casa, ellos vivían junto conmigo,
como ambos son la pareja de estudiantes. El chico es estudiante
de medicina que estudiaba en Ica, mi hija es estudiante de
superior educación que estaba haciendo sétimo
ciclo.
En eso, la suerte no nos acompañó, el chico
dice ya iba desde Cotarusi, perseguido por varias personas.
Llegaron hasta más allá, siete vueltas, en la
puna lo bajaron los ganados y al carro, se lo llevaron hacia,
hacia Antabamba. Como él no aceptó, con su voluntad
lo que les obligaba el Sendero, a él ese momento ya
lo, ya lo separaron ya, del ganado, del chofer. Al chofer nomás
ya lo había dejado cuidando los ganados.
No se sabe
Dios ¿a qué partes le habrá podido
llevar al chico?
Nosotros nos enteramos por intermedio de paisanos
que venían
a Chalhuanca, de Lima a Chalhuanca pa la fiesta del señor
de Animas. Nos enteramos el ventidos que mi finado yerno estaba
en la repartición de Pampachiri, que ya estaba ya sin
vida. En eso, no había autoridades quién nos
iba apoyar a nosotros, nadie. Solamente nos hemos arriesgado
yo y su mamá, la señora Delia Urbano. Al levantarle
el cuerpo del finado.
Hemos sido la señora yo y la hermana del finado y mi
hija y mis nietos. Llegamos al sitio ya nochecito, nos hace
ver la gente o sea el chofer del carro de que allá está el
cuerpo. Pasamos nomás hasta Puquio. Llegamos a Puquio,
en Puquio buscamos un alojamiento, al día siguiente
andamos buscando a los autoridades para que nos de documentos
pa levantar el cadáver. Tampoco, ellos no han querido
de acompañarnos al sitio, solamente hemos andado atrás
de ellos para que nos de un orden para recoger el cadáver.
Nos dio, teníamos que regresar al sitio donde está el
finado. Recién nos hemos acercado al sitio dónde él,
le encontramos bien sentadito. Le habían quitado todo
su prenda. El es el finado. Acá está mi hija,
a esta edad han dejado a sus dos hijos. Acá estamos
en el velorio, ahí está su mamá y su hermana.
Después de luego que nos ha dado el orden de allá,
venimos al sitio, en el sitio nos deja el carro, no había
carros pa poder venir. Solamente había un camión
que también ya en Puquio, los autoridades le ha dicho
que debe de compadecerse de nosotros y recogernos con el cadáver
hacia Chalhuanca.
Llegamos a Chalhuanca con nuestro cadáver, en ahí nos
recibe los autoridades de Chalhuanca donde se asentó por
orden del juez, la partida de defunción y más
allá no hemos podido tampoco hacer los trámites
ni buscar justicia porque, había un miedo. Porque ahí estaba
el Sendero, bien fuerte era la situación.
Y por ahí lo dejamos así nomás. Ahora,
estos niños que están grandecitos nos reclama
de su papá, dice mamá ¿dónde está mi
papá?, yo quiero conocerlos. Y así cuando llega
fiestas o alguna reunión así de bastante personas
ve, y esos chicos dice mamá ¿no estará acá esas
personas que le han quitado la vida a mi padre?, quisiera conocerlos
y preguntarlos lo que ha ocurrido con mi papá y por
qué a nosotros estamos así solos sin conocer
a mi padre.
Así venimos durante todo este tiempo con este dolor
que hemos perdido una familia en mi casa donde que ellos de
repente hubieran, las dos parejas hubieran hecho algo a sus
hijos. Ahora que sus hijos no es suficiente con lo que trabaja
mi hija, padre y madre para esos chicos, pa el pan del día.
No se hace abastecer y por salir de este dolor que existe en
mi casa, en mi pueblo, ahorita ellos se encuentran fuera de,
fuera de Aymaraes. Para tratar de olvidar este dolor, para
tratar de sacar de esta pena a mis hijos voy a ir a buscar
la vida en otro sitio, diciendo se ha ido.
Señores, les rogaría que nos escuche esta voz
que nos dirigimos con todo nuestro dolor y nuestro sentimientos,
que se acuerden de esos niños huérfanos, tantos
niños que han quedado en el mundo. Ellos son lo que
sufren, no encuentran el cariño de un padre, no hay
ni un apoyo, no hay quién lleve a la casa, donde están
ellos, un pan.
Yo quisiera que haga educación para esos niños
y que se cree también una pequeña empresa para
que donde esos niños, según que van creciendo
puedan ocuparse en algo. También no quisieramos ya volver
a esta , a esta tragedia, a esta, a este dolor que hemos pasado,
no es poco ver todo lo que pasa a nuestros semejantes.
Cuánto yo digo de que si hubiera debido él algo
o algo haya hecho con alguien, esa persona hubiera sido más
consciente de decirnos de que nos debe. De repente, haciendo
aunque sea modo posibles, eso se lo hubiera pagado a esa persona
para que no le quite la vida, porque no es poco al ver a mis
nietos huérfanos menor de edad. Hasta veces acudimos
donde alguien pero esa persona nos saca en cara de repente
algunos momentos.
Ese dolor es muy grande, no quisiéramos que regrese
a ese tiempo, quisiéramos vivir en paz, en tranquilidad
y como vuelvo a decir, no se olviden de esas personas que necesitan.
Quisiéramos que le den apoyo lo más necesario
que ellos tienen, hay muchos personas que se encuentran hasta
en casas alquileres, ahora que la situación esta bravo.
Muchas cosas están pasando.
José Antunez: Señora Juana no sabe usted como
sentimos el dolor suyo y estamos al lado suyo, nos solidarizamos
con usted. Usted está pidiendo algo muy lógico,
que no se vuelva a repetir ese el deseo de todos nosotros.
Precisamente, estas audiencias públicas tienen esa finalidad,
que todo el Perú conozca lo que ha pasado para que nunca
más vuelva, que vuelva a suceder. Esperamos que la comisión
que hará todo lo posible, que ayude en estas sus peticiones.
Muchísimas gracias.
Juana Pérez:
Gracias.
Sofia Macher:
Bueno, hemos llegado al final de la esta audiencia
y antes de las reflexiones finales para clausurar esta audiencia
quería agradecer, queremos agradecer a todas aquellas
instituciones que han apoyado la realización de esta
audiencia. Y queremos agradecer a la Municipalidad Provincial
de Abancay, a la Dirección Regional de Educación
de Apurímac, a Essalud Abancay, Red de Jóvenes
de Essalud, Sub Región Policial de Apurímac,
el Pronaa de Apurímac, Canal N, Frecuencia Latina, ATV,
canal Siete, canales, diarios y radios locales y regionales,
el PAR de Apurímac, el Coopop, de Abancay, Cáritas
Abancay, Ordesur, Ida Apurímac, Centro para el Desarrollo
Humano, Instituto de Democracia y Desarrollo de Tunupa, Asociación
para el Desarrollo Integral de la familia apurimeña
Pasmi, Comité Inter Provincial de desplazados, refugiados
en Abancay, Sidra, Arfasa, Fara, Grupo 33 de Amnistía
Internacional, Grupo de Jóvenes Intimpas, Red de Jóvenes
Activistas en Derechos Humanos de Apurímac, Grupo de
Desarrollo de Jóvenes del PAR en Apurímac, Transparencia,
IDL, Aprodeh, Comiset, Electro Sur, Electro Sur Este de Apurímac,
Universidad Tecnológica de los Andes de Apurímac,
Hotel de Turistas de Abancay, Centro de Atención Psico
Social del Caaps, Sede Regional del Sur Andino, a todos los
voluntarios que han estado apoyando durante todas estas audiencias,
al Area de Comunicaciones de la Sede Central, a la Unidad de
Audiencias Públicas de la Sede Central, al Canal 13,
y al Carro Cono de la Amistad.
Señoras y señores, a lo largo de estos dos días
hemos escuchado relatos que sin duda han marcado profundamente
nuestras consciencias y nuestros corazones. La historia que
han llegado ante nosotros nos muestran un horror tan radical
que todo comentario parece frívolo y carente de valor.
El grado de crueldad que los peruanos hemos podido desarrollar
contra nuestros propios compatriotas es imposible de medir
con palabras. Como ustedes los comisionados nos sentimos por
momentos impotentes y abatidos.
Por eso, nuestra primera reacción y nuestra manera
de iniciar la reflexión, es plantearnos preguntas que
nos queman la boca y nos hieren el alma, ¿cómo
fue todo eso posible?, ¿cómo es todo esto posible?, ¿cómo
fue posible en aquel entonces que ocurriese todo lo que hemos
escuchado?, ¿cómo fue posible que haya seres
humanos capaces de humillar, torturar, mutilar, asesinar a
sus congéneres?, seres capaces de llevar un odio más
allá de la muerte y negar a sus víctimas el esencial
derecho de una sepultura digna.
¿ Cómo fue posible que los peruanos hayamos aceptado
la violencia como algo normal?, ¿cómo fue posible
que nos sintiéramos, que no sintiéramos solidaridad
o al menos compasión por todo el dolor de nuestros hermanos
en Apurímac?
Pero, nuestras preguntas, nuestra extrañeza, nuestra
indignación se extiende también al presente, ¿cómo
es posible que aún hoy que se tolere todo lo que ocurrió y
esos crímenes sigan impunes?, ¿cómo es
posible que hasta el día de hoy las víctimas
vivan en el miedo porque los torturadores y los asesinos siguen
en libertad?, ¿cómo es posible, por último,
que algunos pretendan que lo único que puede hacerse
es voltear la página y olvidar?. Acaso puede pretenderse
que esto nunca ocurrió, que fue un mal sueño.
¿ Qué hacemos con el dolor de los deudos, con
el trauma de los torturados, con la incertidumbre de quiénes
hasta ahora no han podido enterrar a sus familiares? No podemos
repetir esos errores, todo el horror que ocurrió en
el pasado fue el resultado de nuestra falta de solidaridad,
de nuestra incapacidad de sentir lo que afecta a un peruano,
nos afecta a todos. El silencio fue cómplice estos crímenes
ayer y puede serlo hoy también.
Para voltear la página de la historia es necesario
leerla, estudiarla, aprender de ella y actuar. No se puede
voltear la página por comodidad política o por
cobardía moral. Por supuesto que queremos mirar el futuro,
por supuesto que deseamos vivir sin la pesadilla del pasado
sobre nuestras conciencias.
Pero la única manera de hacerlo es reconocer lo que
ha ocurrido, no negarlo, afirmar el derecho de las víctimas
a la justicia, no ignorarlas. Pensar alternativas realistas
para su reparación integral, no olvidar sus necesidades.
Sí es esencial mirar hacia el futuro, claro que sería
bueno o conveniente que las víctimas, perdonen.
Pero
no se puede perdonar sin que haya previamente un pedido de
perdón y es justo recordar aquí que sólo
las víctimas pueden otorgar el perdón y nadie
más. Y sólo podrán hacerlo si sus compatriotas
pedimos perdón por haberlas olvidado y si las instituciones
del estado asumen su responsabilidad y si los perpetradores
individuales, aceptan su horrenda culpa.
Los pueblos que olvidan
están condenados a no aprender,
los pueblos que no aprenden están condenados a repetir
sus errores. La única manera de evitar que esto ocurra
de nuevo es escuchar la voz de las víctimas, hacerles
justicia y lograr en las nuevas generaciones un compromiso
decidido con la dignidad de la vida y con la paz.
Decíamos antes que el horror nos dejaba sin palabras.
Que apenas atinábamos a hacernos preguntas sobre la
profundidad de la crueldad que estos relatos han traído
ante nosotros. Pero es bueno reconocer que también,
hay otro aspecto de esta historia, de estas historias, que
nos deja también sin palabras.
El amor a la vida, la
generosidad sin límites del alma
humana, la valentía de quienes aman. Todas las personas
que nos han contado su tragedia, han tenido el coraje de venir
ante el país entero para reclamar que se les escuche.
Todas han tenido la fuerza para defender su identidad, para
afirmar la vida y mantener la esperanza a lo largo de todos
estos años. ¿Cómo fue posible esto?, ¿qué impulsó a
algunos a cumplir con su deber de dirigentes, autoridades a
costa incluso de su vida y su libertad?, ¿de dónde
sacaron las fuerzas, los deudos para buscar a sus familiares
sin la ayuda de nadie?, ¿cómo recrearon sus esperanzas
cada día para salir adelante en medio de la adversidad?, ¿cómo
fue posible tanto heroísmo, tanta generosidad, tanta
grandeza de alma?
Así como la crueldad de algunos es un misterio, que
nos deja sin palabras. La generosidad de otros, también
nos hace sentir que el lenguaje es poco para expresar lo que
sentimos. Pero mientras la crueldad nos hace descubrir lo más
oscuro del alma humana, la generosidad nos hace recuperar la
fe en la humanidad y la esperanza de reconstruir nuestro país
sobre bases más sólidas. Esto motiva a una reflexión adicional. Los testimonios
que hemos recibido nos comprometen no sólo a los comisionados
sino a cada uno de los que estamos en esta sala, en esta ciudad
y a todos los peruanos. La misión de al Comisión
de la Verdad y Reconciliación, no puede cumplirse sin
el apoyo de la ciudadanía y de las organizaciones sociales.
Al fin y al cabo la comisión ha surgido como resultado
del esfuerzo de todo el pueblo peruano que querían una
democracia digna de tal nombre. Y si estamos acá es
porque incontables, ciudadanas y ciudadanos lucharon porque
se esclarezca la verdad y se abra el camino a la justicia.
El trabajo de la comisión, tiene un claro límite
en el tiempo, una vez que entreguemos nuestro informe final,
nos disolveremos, pero la verdad descubierta, las recomendaciones
de justicia y reparación quedaran como un legado de
este organismo y volverán a la sociedad civil, dependerá de
la sociedad civil que nuestras tareas se concrete con el éxito
y que el informe final sea respetado por todas las instancias
pertinentes. La buena voluntad de las instancias de gobierno
debe asegurarse con la permanente actividades de los organismos
sociales para lograr que los criminales pasen a disposición
de la justicia, cualquiera que sea su posición o afiliación
institucional.
Para lograr que el estado priorice las demandas
sociales de las víctimas de la violencia para que la
historia oficial no olvide la verdad que acabamos de revelar.
Al cerrar esta audiencia pública, las preguntas que
nos sacuden la conciencia son inevitables, pero es posible
también, es necesario que hagamos algunas afirmaciones
centrales. Ningún objetivo político justifica
la violación de Derechos Humanos, no existe ninguna
ideología que justifique las ejecuciones sumarias, la
tortura, la violencia sexual, la destrucción de las
comunidades. El estado no puede ser un instrumento de guerra,
la defensa del estado de derecho no puede hacerse por cualquier
medio, ningún objetivo militar justifica que se masacre
ala población civil. Se ultime a los heridos o a los
rendidos, se destruya las escasas posesiones de las comunidades.
Debemos
combatir las causas de la violencia, hay que señalar
que a la base de todos estos crímenes está la
pobreza, el abandono, el racismo, el desprecio al campesinado,
la discriminación contra la mujer. La democracia peruana
recién recuperada debe lograr respuestas efectivas para
superar el olvido de las provincias castigar la discriminación
e integrar a todos los peruanos y peruanas en el mismo goce
de los derechos fundamentales. Este horror no puede repetirse
nunca más. Debe haber una efectiva política de
prevención de estos crímenes, para ello es necesario
que las instituciones tutelares del estado revisen su doctrina
para integrarse más a la sociedad civil.
Que nuestras
Fuerzas Armadas separen de su seno a los malos elementos que
cometieron estos crímenes. Es también
necesario que nuestras escuelas y los medios de comunicación
difundan una cultura de paz. Urge que los planes económicos
prioricen a las zonas más pobres, es preciso por último
que nuestro Poder Judicial, responsa con efectividad a las
demandas de las víctimas cuyos Derechos Humanos, fueron
violados.
Señores y señoras, estamos seguros de que esta
audiencia pública ha servido para que el país
entero se solidarice con la experiencia vivida por las víctimas
de la violencia en este departamento. Estamos seguros de lo
que hemos escuchado debe motivar la más amplia solidaridad
de la sociedad apurimeña nacional, con las víctimas.
Estamos seguros de que esta audiencia marca un compromiso sólido
hacia el futuro y de que la sociedad civil apurimeña
asumirá hasta el final el compromiso con la verdad y
la justicia.
Con esa seguridad y esa esperanza en nombre de
la Comisión
de la Verdad y Reconciliación declaro clausurada la
Octava Audiencia Pública celebrada en la ciudad de Abancay,
los días ventisiete y ventiocho de agosto del dos mil
dos, muchas gracias.
Les pediría nos acompañen
a la parte de adelante, a la parte de afuera del hotel para
develar una placa que registre
lo que ha sucedido en estas audiencias.
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