Segunda Sesión,
27 de agosto de 2002,
3 p.m. a 6 p.m.
Caso 10. Testimonio
del señor Cirilo Condoma Pañiura
y al señor
Saturnino Castillo Peralta
Sofia Macher:
Llamamos al señor Cirilo Condoma Pañiura
y al señor Saturnino Castillo Peralta. Ellos van a relatar
sobre una detención arbitraria y tortura en la comunidad
campesina de Antilla, en los años ochentisiete y ochentinueve.
Nos ponemos de pie por favor.
Señor Cirilo Condoma
Pañiura, señor Saturnino
Castillo Peralta, forman ustedes promesa solemne de que su
declaración la hace con honestidad y buena fe y que
por tanto expresarán sólo la verdad en relación
a los hechos que van a relatar.
Sí, juro.
Humberto Lay:
Señor Cirilo, señor Saturnino,
bienvenidos a esta audiencia y una vez más reiteramos
nuestra gratitud por su valentía para venir a dar su
testimonio. Por doloroso que seguramente va a ser, sin embargo,
es muy importante para que el país conozca, la profundidad,
el grado de esta violencia, el sufrimiento de tantos peruanos
y de tal manera que tomando conciencia de ello podamos hacer
todo lo necesario para que no vuelva a ocurrir.
Cirilo Condoma:
Gracias, señor. Señores representantes
de la Comisión de la Verdad y públicos en general.
Mi nombre es Cirilo Condoma Pañiura, hermano de Lucio
Condoma Pañiura, yo soy el víctima del señor
Lucio Condoma, mi hermano menor que fue torturado en la comunidad
de Antilla, anexo de Chunamarcuni.
Mis padres viven en la comunidad de Antilla, anexo Chunamarcuni,
mi hermano fue estudiante en Abancay, en el colegio Miguel
Grau. En los vacaciones, fuimos a Curawwasi. Yo mi persona,
radica en Curawasi y estando junto dos meses, enero y febrero
y en el mes de marzo, se va a ver a mis padres, a la comunidad
de Antilla. Un día cinco de marzo sale de la casa. En
la mañana tomamos juntos nuestros desayunos, conversando
con mi hermano menor, en que tenía que irse a postular
a la universidad de San Antonio Abad del Cusco y a despedirse
a mis padres para que, para que sepan mis padres ¿qué día
tenía que dar su examen en el Cusco?
Eso conversando
nos despedimos en la casa. Me dice mi hermano voy a ir a visar
a nuestros padres, porque tal fecha va a ser
el examen de adminisón en Cusco. Entonces, yo ya atendí,
anda pues hermano mira a nuestros, padres y dígale que
tal fecha es el examen y tienes que volverte rápido.
Lo cual si fue. Desde ese momento hasta la fecha no ha vuelto
a la casa y no me he visto a encontrarme hasta la fecha. Lo
cual sale de la casa y no ha llegado, ni onde mis padres. Mis
padres, pensaban que conmigo estaba en Curawasi y yo ya también
pensaba que mi hermano estaba con mis padres, en la casa.
El
día que ha salido de la casa hacia mis padres, en
el camino, le agarraron el ejército y lo torturaron,
lo llevaron a lo que es Antilla, una comunidad grande, en allá ya
han tenido dos días, torturando, maltratando, castigándole.
Dos días han tenido hasta el día seis de marzo.
Pero nosotros no sabíamos hasta entonces, ¿qué cosa
estaba pasando con mi hermano? Y ya de hay nosotros nos enteramos
a los doce días que había muerto ya mi hermano.
Y de hay ya los comuneros de ese zona, como nos conoce todo,
cuando ya no venía, tenía que llamarle a mis
padres, dicirle, encargarle, mandarle cartas, que venga mi
hermano, ya es tarde ya pa que se vaya al Cusco. Lo cual mi
papá me dice ¿cuándo ha venido tu hermano?
Entonces, recién nos movilizamos ¿qué ha
pasado?, recién indagamos y la gente de Antilla, de
la comunidad nos dice, que no sabían tu hermano hace
tiempo se lo han llevado el ejército,desfrazado, encapuchado
se lo han llevado a Abancay. Recién venimos, movilizamos,
venimos aquí a la base militar a, aquí a Abancay.
Pero en hay no había ningún respuesta sólo
nos decía, aquí no hay nada. Ustedes son terrucos,
vayanse, ¿qué cosa quieren aquí?, el ejército
no ha salido a esa zona.
No había justicia. Otra vez teníamos que regresar
a Curawasi para poder denuncias, tampoco no, nos aceptaban.
Y así estábamos, ya estaba pasando días
y días ya llegabamos ya casi a trece, a catorce días
en busca de mi hermano. Nosotros pensabamos que estaba en la
base aquí pero lamentablemente no estaba ya en aquí sino
en el trayecto de Antilla hacia Cunyap, habían desaparecido.
Entonces, no hemos encontrado justicia, ningunas autoridades
políticas, no nos ha apoyado, nada. Entonce, hay nomás, ¿qué hacemos?,
habrá que ir a buscar pues en el camino, ¿por
dónde habrán matado? Tampoco no podíamos
salir porque daba miedo, porque el miedo era a la policía,
el miedo era al ejército. Porque el ejército
no caminaba así de, con uniforme sino caminaba desfrazados
de campesinos, con sombreros, con ponchos. Con ojotas, así caminaba
el ejército. Por donde ingresaba el ejército,
por Jollurqui. Otro venía por Grau, por Chuquibambilla
y aparecían en Puente Cunyac, de Puente Cunyac, se venían
hacia aquí, Abancay.
Y entonce ya pasaba días, no podíamos hacer
nada porque no había justicia. Ahí nomás
aparece por suerte, tengo que agradecerle públicamente
al doctor Javier Diez Canseco, que venía desde Lima
por Cusco y felizmente nos encontramos en Curawasi. Que venía
de la comisión creo, de Derechos Humanos y nos ponemos
una queja en hay. Felizmente, nos escuchó el señor.
Recién hasta Abancay ha venido el señor, desde
aquí nos ha puesto quince policías para hacer
una búsqueda o hacer un levantamiento cadáver.
Sólo por él hemos encontrado a mi hermano, el
cuerpo que estaba ya deshecho, en un período putrefacción
ya casi quince días, botado en una roca, más
o menos un kilómetro hacia el barranco hemos encontrado
y ya no tenía ni la cabeza, no tenía ojos, ni
lenguas, porque ya se lo había comido el cóndor,
los zorros que hay en el campo, se lo estaban comiendo.
Una
parte de la cabeza, para abajo, el cuerpo nomás
ya encontramos. Sólo reconocimos en la ropas, en los
polos que tenía, nada más. Encontramos amarrados
con el pasador del cuello a los pies y casi cinco balas, perforado
todo el cuerpo. Entonce de ahí ya traemos y el señor
Javier Diez nos había esperado en Puente Cunyac, llegamos.
Hasta entonce no había ningún apoyo de las
policías, inclusive pedimos movilidad a ver para trasladarnos
de Cunyac a Curawasi, es lejitos.
Entonces, no había nada, no nos quiso apoyar en nada.
De hay nos obligó a hacer una necropsia. También
en Curawasi, no había ni médicos, ni para que
hagan necropsia. Teníamos que traer hasta Abancay. Era
un costoso para trasladar. Porque traer en ese estado de putrefacción,
estaba pues grave. En un costal metido teníamos que
traer hasta Abancay. En aquí hemos hecho le han hecho
necropsia y se ha enterrado, también aquí. Esto
para nosotros es una pena que deja seguidos. Como estábamos,
detrás de la justicia buscando a ver si hay justicia,
nunca no ha habido justicia, más al contrario a nosotros
nos perseguía, que estos son terrucos, esto porque tenía
que buscar tantas cosas.
Todo nosotros, la familia hasta nuestros
nombres teníamos
que hacernos cambiar y tenemos cierto terror hasta ahora. Yo
sabía hace poco que existía este Comisión
de la Verdad en Abancay pero también nosotros hemos
tenido cierto miedo, no contar porque así todo lo que
hemos visto en esta zona, que es Antilla, nos ha prohibido.
Hasta ahora tenemos cierto miedo, pero felizmente con la Comisión
de la Verdad, hay libertad para expresión. Ojalás,
que si llega a investigar a profundo esto, no sólo en
mi caso sino yo creo que de todos que están aquí,
han pasado eso mismo. Entonce, queremos justicia, que sea verdadero,
que se llega pues a ese señores que a muchos inocentes
han hecho. Por ejemplo mi hermano era inocente, un simple estudiante
que ha ido a visitar onde mis padres y que hay no vuelve desde
esa fecha hasta hoy día, ni siquiera no me he visto.
Le he encontrado así, un estado de putrefacción.
Eso es pena para nuestras familias.
Y mis padres, también son ancianos y todo eso la carga
nos hecha a nosotros. Yo soy el único hijo que soy varón,
el resto son mujeres con familias y mi madre nomás ya
existe. Ahora vive en Curawasi, ya no está en Antilla
y esa mi responsabilidad. Señores Comisión de
la Verdad, yo quisiera pedirle que haiga justicia para todo
estos señores. En nuestro país, si bien cierto
todos han, han hecho abuso, a los inocentes mayor parte y haciendo
daño también a la juventud, como es mi hermano
que tenía dieciseis años. De repente hubiera
forjado más y por los estudios que han hecho ha sido
para nada, se ha quedado trancados. Eso sería todo.
Saturnino Castillo:
Señores de la Comisión de
la Verdad, señores públicos presentes, muy buenas
tardes. Yo soy un diregente que actualmente también
de la comunidad campesina de Antilla, que cuenta más
de seiscientos comuneros y siete anexos. Aquella fecha mil
novecientos ochenticuatro, un venticuatro de junio, queriendo
celebrar el día del indio. Estabamos en un anexo de
la comunidad Antilla y nosotros habíamos organizado
un campeonato de fútbol, carrera de maratón,
pelea de gallos y carrera da caballos. Cuando estabamos en
plena fiesta, hay estaba un policía de GR, que es hijo
de la comunidad, cada nido de vacaciones y él estaba
organizando esa fiesta y de esa fiesta yo bajé al pueblo,
estuve en el pueblo de Guanima.
O sea, la fiesta se ha realizado
en el sector de Guanima de hay es tres horas de caminata a
pie a la base, a la comunidad
Antilla. Cuando estuve en Antilla, aparecieron por Puente Cunyac,
por todo el río, dos helicópteros a la comunidad
Antilla. Inocentemente, yo estuve en mi casa. Entonces llegaron
y nosotros pensabamos que eran vesitas con algún motivo
que nos esta visitando, diciendo. Porque nunca nos había
ocurrido esas cosas. Entonce en hay, me buscaron ¿quién
es el dirigente de la comunidad?, ¿quién es el
juez?, ¿quién es el teniente?, diciendo. Y me
agarran, antes de agarrare, han disparado fall al aire, después
a mi delante.
Entonce a toda la gente que estaba junto conmigo,
a todos nos ha detenido. Entonce ese rato que lo han agarrado,
me han
sacado mi pantalón, el cinturón, lo han roto
los botones de mi pantalón, de mis compañeros.
A colatazos nos ha agarrado con la arma. Después, nos
detienen y una casa de un vecino de Antilla, después
de detenerme hay, con otros comuneros inocentes, se han ido
a Guanima, de la inteligencia de GR en seis caballos, llevando
a otros personas de guía, otros seis a pie. Y a esas
horas, una de la mañana, hacen aparecer a los que dirigían
la fiesta en ese sector de Guanima.
Bajan a Antilla, a ellos
los cierran en otro cuarto, a nosotros en otro cuarto. Después al día siguiente a las
cuatro de la mañana, antes de que amanezca, nos han
traído hacia el Puente Cunyac. Más debajo de
la comunidad Antilla, hay un puente. Hay un río. En
ese puente nos ha castigado. Después de castigarnos
ese rato de capturarme, me han pateado en el pie, totalmente
se ha malogrado mi pe, se ha hinchado, no podía caminar.
Entonce mi esposa trajo un caballo, para venir en ese caballo
hasta Cunyac.
Pero ese caballo los invistigadores me han quitado.
Ni siquiera mi hi montado en ese caballo. Y sin hacernos tomar
desayuno,
sin hacernos comer, desde el momento que nos ha capturado,
nos ha traído al Puente Cunyac. En el Puente Cunyac,
ellos han tomado gaseosa, han almorzado. Ya, había un
paisano que tenía una tienda en Cunyac, ella nos ha
invitado gaseosa a todos presos. Pero eso también se
atajaban, no querían que nos recibamos. De hay nos pasó acá,
directo a la PIP. En la PIP nos ha separado de lo que estabamos
juntos, a unos lo han llevado a otro, a otros a otro sitio.
Con otras personas que no conocíamos nos ha juntado.
Hemos estado esparcidos, no nos hemos encontrado. Entonce en
hay yo he estado detenido diecisiete días. Incomunicado,
mis parientes venían, no le dejaban entrar durante los
diecisiete días, cuento casi cincuenta, entre investigadores
y guardias, casi cincuenta personas, unos venían a castigarme.
Me preguntan, uno viene me pregunta, el otro viene me pregunta. ¿En
cuántos enfrentamientos has participado?, ¿en
qué celda has estado?, ¿quién es tu jefe?,
habla cojudo. Si vas hablar, si te avisas todo, ahorita te
vas a ir y si no hablas te vamos matar, diciendo. Yo no sabía
y conciencia tampoco no escuchaba esas cosas, nunca porque
nosotros aquella fecha hemos estado en un comunidad muy aislada
donde no le ha dado a ninguna comunicación, tampoco
la carretera no teníamos. Entonce yo dije, ¿qué cosa
voy hablar?, ¿cómo voy a calumniar a la gente
de la nada?, si es posible pueden matarme, en vez de sofrir
quiero morir, diciendo.
Entonces, compañeros en los diecisiete días,
como era dirigente de la comunidad Antilla, la comunidad ha
realizado una asamblea general extraordinaria y de cada sector,
nombraron dos delegados para que vengan a reclamar a la PIP
de acá. A los detenidos. Llegan a Abancay, llegando
Abancay, mi esposa comprando comida me manda adentro y esa
comida no me daban a mí sino le daban a otro. Estoy
escuchando la voz, la voz de mis familias, de mis paisanos,
pero no nos deja ver.
Me sacan afuera, a su delante de esos paisanos, vendándome,
metiéndome a una bolsa mi cabeza y no nos conocía.
Así que estabamos en su lado, nuestros parientes.
Por
entonces, de hay me reclamó el señor Javier
Diez Canseco, recién me han dao papeleta de libertad,
me han dado de diecisiete días. De hay ha habido en
la comunidad un terror y nadie quería vivir ya en la
comunidad, todos se han ido al Cusco, Abancay a Lima y el pueblo
se ha visto, selencio, nadie quería desempeñar
ningún cargo de autoridad. De hay me fui por seguridad
al Cusco, por cuatro años. De cuatro años, regreso
en las vacaciones trayendo a mis hijos a mi tierra. De hay
estando dos semanas en Antillas, estuve regresando a hacer
matricular un cinco, seis de marzo, del ochentinueve, me agarran
un par de guardias en Cunyac.
Nuevamente, hay me detienen.
Cinco días me han detenido
en Cunyac. Me han marrocado atrás, a un palo y abrazado
con un palo yo dormía en las noches también en
un suelo pelado. Y no me hacían comer ni tomar. Al día
me daban una taza de mate, sin agua, agua hervida o que diga
sin azúcar. Después de cinco días otra
vuelta, me mandan ya no a la PIP sino a la comandancia de acá.
En la comandancia me han vendado la cabeza otra vuelta y me
ha hecho abrazar a la pared, en la comandancia me ha dicho
-oye cojudo habla, ¿cuántos venados verdes has
matado?, ¿cuántos venados verdes has comido?-
diciendo y no he hablado nunca. Nunca no he matado, no conozco
venado verde, diciendo.
Y no ha hecho, me ha demostrado su
uniforme ¿Este venado
no has matado? Sí has matado, cojudo, diciendo, me ha
dicho. Entonces, yo ni siquiera sé manejar la arma,
no conocemos arma nosotros en el campo, diciendo. De hay me
ha pateado atrás, así me ha puesto a la pared,
frente de la pared me ha hecho estirar la mano y me ha pateado
en, este en la pierna, en la columna, después agarrándome
del cerebro, de mi pelo, me ha hecho, con la frente me ha chancado
en la pared. Después me ha llevado al cuartel. En el
cuartel estuve dieciocho días.
Entonce, por entonce
aquella fecha era el doctor Fabio Pozo Zárate, que trabajaba en Derechos Humanos y un primo
que tenía, estaba estudiando acá en la Normal.
Entonce, mi primo había traído al doctor Fabio
Pozo Zárate al cuartel y ese rato no estaba el comando,
en el cuartel el soldado que estaba de servicio en la puerta
de calle, al doctor Pozo le ha dicho -doctor el comandante
no está, póngase una piedra y siéntese
hasta que venga el comando- diciendo.
Entonce el doctor Fabio
estaba parado en la puerta, yo estoy viendo del tercer piso,
de la ventana. Y como no ha venido
el comandante, pero el comandante estaba adentro y por gusto
el soldado decía que no estaba. Entonce casi media hora
esperó el doctor Fanio, se regresó. Después
al día siguiente con otro abogado ha venido, con doctor
Rosell Pinto. Tampoco, a él le han hecho entrar. Entonce
a los cuartos donde estaban detenidos otras personas la ha
llevado, esto no es, esto no es, diciendo. Y al cuarto donde
estuve yo, no ha traído. Por la puerta ha hecho pasar
a otro cuarto.
Entonce en hay, tampoco no nos daba comida.
Hay haba verde traían para, para pelar pa los soldados para que preparen
la comida. Y al no soportar hambre, la cáscara de haba
verde, todos los detenidos hay adentro hemos comido. Después,
no me han soltado y diario, según que va yendo el tiempo
cuando no comes, ya casi no hay fuerza y otros detenidos, que
mis compañeros que estaban hay adentro no podían
ni levantarse de lo que estaban dormiendo. A consecuencia de
hambre, sed, rápido se acaba la fuerza de una persona.
Entonces, esas cosas ha sucedido y durante dos años,
la comunidad no ha tenido ningún, ninguna autoridad.
Todos se han ido a otro sitios y en el pueblo nadie había.
Uno está en su casa, cuando el perro ladra, tiene que
salir aunque sea, así que esté dormiendo o comiendo,
tiene que salir y escaparse al campo de la casa. Venía
el ejército, nos castigaba, venían los terrucos,
también nos jodía. Venían los guardias
otro. Ya al no soportar esos castigos, la comunidad totalmente
se ha desorganizado y a consecuencia de eso, la juventud se
han ido a las ciudades. Ahora en el momento, casi no hay, habrán
unos quince por ciento de joventud en mi comunidad o diez por
ciento.
Entonce ahora, después que hemos llegado a saber de
que existe la Comisión de la Verdad, recién los
que se han ido, unos cuántos están regresando
a la comunidad, queriendo este, hacer reempadronarse en el
padrón general de la comunidad. Les pedería a
la Comisión Verdad que están presentes actualmente
aquí que tomen cartas en el asunto para que ya no sufrir,
que pase esas suscitaciones en lo posterior, para vivir tranquilo
como un peruano. Gracias.
Humberto Lay:
Señor Cirilo, señor Saturnino,
muchísimas gracias por este testimonio, sabemos que
el hecho de recordar solamente ya es doloroso y escuchar testimonios
como los suyos, añaden más a esta incógnita
de ¿por qué sucedió todo esto? Por eso
la Comisión de la Verdad esta empeñada en establecer
esas causas. Pero sabemos que aún estableciendo las
causas, eso no va a sanar las heridas. Pero sí el hecho
de escucharles, creo yo y la nación toda, escuchándoles
a ustedes puede comenzar ya esa reparación moral que
ustedes reclaman con justa razón. Haremos todo lo posible
para que la justicia pueda llegar. Muchísimas gracias.
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